martes, 24 de julio de 2018

ANÁLISIS DEL CICLO DE VIDA: MIDIENDO EL IMPACTO AMBIENTAL DE LA CUNA A LA TUMBA

La huella ambiental que genera la existencia de un producto, desde el origen de su materia prima hasta el fin de su vida útil, es lo que mide el Análisis del Ciclo de Vida, herramienta que se impone en el mundo para identificar y transparentar el impacto ambiental de los distintos bienes y servicios que consumimos, a fin de validar su sustentabilidad.
Es un tema nuevo y prácticamente desconocido en Chile, pero de a poco va abriéndose paso en la industria. El Análisis de Ciclo de Vida (ACV o LCA por sus siglas en inglés), es un proceso que mide todos los impactos ambientales que generan los productos manufacturados a lo largo de las distintas etapas de su existencia, desde el origen de su materia prima hasta que se extingue su vida útil.
El ACV parte de la premisa de que todo producto, por el mero hecho de existir, tiene una vida y una historia que deja una marca y genera una huella en el ambiente. El mercado y la legislación tienden cada vez más a exigir a las empresas hacerse cargo de dichos impactos, es decir, de medirlos, gestionarlos y reducirlos. Es por ello que empresas de distintos rubros comienzan a adoptarlo a fin de validar la sustentabilidad de sus operaciones y de los productos que ofrecen.
“El ACV es la huella ambiental completa de un producto, ya que no sólo considera, la huella de carbono y su impacto sobre el cambio climático, sino todas las potenciales huellas y sus impactos ambientales” declara Alexander Wotherspoon, gerente general de EPD Chile, empresa dedicada al desarrollo de Declaraciones Ambientales de Productos (DAP o EPD por sus siglas en inglés: Environmental Product Declaration). Una EPD es la manera estandarizada e internacionalmente validada de comunicar los resultados de un ACV.
El ACV también mide variables como el daño a la capa de ozono, y el potencial de acidificación del suelo, y considera aspectos como el diseño del producto, los procesos de fabricación que se usaron para elaborarlo, los medios de transporte y el tipo de energía empleadas en las distintas etapas de su ciclo de vida, así como las recomendaciones para desecharlo o reciclarlo, cuando acabe su vida útil.
“Básicamente, se enfoca al rediseño de productos bajo el criterio de que los recursos energéticos y materias primas no son ilimitados y que, normalmente, se utilizan más rápido de como se reemplazan o como surgen nuevas alternativas”, plantea en su estudio “El Análisis del Ciclo de Vida y la Gestión Ambiental” (2003), la químico industrial Blanca Iris Romero Rodríguez, de México. El estudio prosigue explicando que la conservación de recursos privilegia la reducción de la cantidad de residuos que genera el producto, pero ya que éstos se seguirán produciendo, el ACV propone manejar dichos residuos en una forma ambientalmente sustentable, de modo de minimizar todos los impactos asociados con el sistema de manejo.

El ACV es una herramienta de gestión y mejora continua, que puede ser utilizada para optimizar procesos, generar innovación, con fines comunicacionales y para dar señales de transparencia.

Los principios y marco de referencia para el análisis de ciclo de vida están definidos en la norma ISO 14040, mientras que la norma ISO 14044 determina los requisitos y directrices que deben considerarse en el proceso.
Con respecto a las Declaraciones Ambientales de Producto o EPD, estas están normadas por la ISO 14025.
Exigencia del mercado
El ACV ha ido posicionándose de a poco, a medida que la sustentabilidad ha ido ganando un espacio en los criterios de producción de distintos sectores productivos.
En tal sentido, no sólo es un instrumento para proteger el medio ambiente, sino un instrumento para que las empresas reduzcan costos y mejoren su imagen y posición en el mercado, según sostiene el estudio “El Análisis del Ciclo de Vida y la Gestión Ambiental” (2003). “Las organizaciones consideran benéfico conocer, con el mayor detalle posible, los efectos –aunque sean involuntarios– que sus productos, servicios o actividades podrían causar en el medio ambiente; en especial, los que provoquen impactos ambientales significativos adversos, para atender a las responsabilidades legales, sociales y políticas que ellos implican, además de las pérdidas económicas y de imagen empresarial (Forum Ambiental, 2003)”, señala el documento.
El ACV es una herramienta de gestión y mejora continua, que puede ser utilizada para optimizar procesos, generar innovación, con fines comunicacionales y para dar señales de transparencia al desarrollar y publicar sus impactos a través de una EPD. También para lograr reducción de costos y generar innovación en los procesos de fabricación y diseño, entre otros. De la finalidad del estudio depende su nivel de complejidad o de simplificación.
La nueva versión de certificación de edificios sustentables LEED®, por ejemplo, está exigiendo que los materiales utilizados tengan una EPD (siglas en inglés para Declaración Ambiental de Producto). Esto ha levantado el interés de muchos de los proveedores de materiales de la construcción y algunas empresas, como Gerdau, ya la han implementado, según asegura Alexander Wotherspoon. “En Europa y Norteamérica, prácticamente todos los proveedores cuentan con EPD’s, porque de lo contrario se quedan fuera de este mercado”, dice.
Resultados a la vista
Cuando uno de los objetivos es la comunicación de los resultados a un público externo a la empresa se recomienda un proceso llamado full ISO-compliant LCA, modalidad que demanda un proceso de recolección de datos, y una modelación e interpretación más rigurosas, además de una revisión crítica por una tercera parte independiente para garantizar que los resultados comunicados son confiables y comparables con otros productos.
El proceso completo de un full LCA hasta la publicación de las EPD puede durar entre seis meses y un año, dependiendo de la complejidad de los sistemas de producto.
La EPD no entrega información acerca de si los valores de impacto son buenos o malos, sino que solo garantiza que los valores son confiables y comparables. “La decisión final recae en el comprador o cliente”, dice el ejecutivo de EPD Chile. “Funciona de manera equivalente a la información nutricional de los alimentos, pero enfocada en aspectos ambientales”.
Marcar la diferencia
El sector forestal es uno de los rubros productivos en los que la tendencia a transparentar los procesos productivos y a certificar la sustentabilidad ambiental de sus productos se impone con más fuerza, por lo que se espera que los ACV comiencen a empoderarse en la industria y que esta se incline por medir los impactos ambientales que generan los productos forestales a lo largo de las distintas etapas de su existencia, desde la extracción de la madera del árbol hasta que se acaba la vida útil del producto, ya sea que se trate de papel como de manufacturas de madera, como construcciones, muebles o juguetes.
Pero si bien la posibilidad de reciclar o darle un nuevo destino a la materia prima de un producto al acabarse su vida útil es un factor importante a considerar en los ACV, dada la extensa vida útil de los productos forestales cada etapa tiene una relevancia importante, y la posibilidad de reciclaje no es necesariamente significativa si el producto es producido con muy bajos estándares medioambientales.
“El mercado exige rigurosidad, contenido y transparencia, y en EPD Chile creemos que hoy más que nunca los impactos o atributos ambientales de un producto son una manera de diferenciarse, y por lo tanto una fuente para generar ventajas competitivas”, declara Alexander Whoterspoon.
“Para eso contamos con el expertis técnico para realizar un full ISO-compliant LCA y para publicar las EPD en el International EPD® System, el Programa de Declaraciones Ambientales de mayor relevancia a nivel internacional EPD Chile es el operador para Chile del Hub del International EPD® System en Latinoamérica, y es la única empresa que ha gestionado proyectos completos de un full LCA hasta la publicación de EPD en el país.
EPD Chile mantiene contactos con Corma y algunas forestales que recién empiezan a abrirse a este tema, por ahora no hay resultados concretos, y ninguna empresa forestal chilena ha publicado una EPD de sus productos. “Que la materia prima de un producto forestal provenga de un bosque que ha sido manejado bajo estrictos criterios de sustentabilidad, o que el producto tenga la capacidad de ser reciclado muy eficientemente, debería verse reflejado en los impactos ambientales obtenidos en el análisis”, explica Alexander Wotherspoon.
Fuente: Lignum

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